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Pablo Sirvén: “Esteban Bullrich se eleva sobre su adversidad, ese es el mensaje principal”

Presentado en el ciclo Verano Planeta, “Esteban Bullrich. Guerrero del silencio” es el libro con el que el periodista realiza un pormenorizado semblante del exsenador nacional. Una persona que, luego de contraer Esclerosis Lateral Amiotrófica, parece haber encontrado aún más profundidad en tres fuertes pilares de su vida: mayor agudeza en su quehacer político, profundización del amor en su familia y su apasionado fervor religioso.

Por Dante Galdona

Una biografía con visos de crónica, en la que el autor transitó por cierta indecisión por escribirla, pero luego de aceitar los contactos con la familia Bullrich se le presentó de modo claro toda la estructura. La realidad y actualidad de un animal político que ni en la adversidad más absoluta pierde el norte del sentido de su vida: la fe, el amor por su familia y la capacidad de transformar la realidad a través de la política.

-¿Qué te dicen los lectores del libro?

-Muy conmovidos y también sorprendidos, es un libro especial, en algún sentido también para mí. Sorprendido yo al escribirlo, porque en realidad no fue una idea mía, tampoco de Esteban, fue una idea de Editorial Planeta y dudé mucho tiempo en aceptarlo. Esteban es una persona que no se mueve de los pies a la cabeza, que no habla, que tiene traqueotomía, tiene el botón gástrico. Cuando yo lo pensaba me daba más un “no libro”, tampoco quería escribir algo morboso o algo oscuro, no podía escribir algo festivo. Esas eran todas ideas que me venían a la cabeza. ¿Qué libro escribir? Y yo creo que lo que de alguna manera me destrabó fue empezar a frecuentarlo a él, a su esposa, a la familia. Lo que él pone en la remera, que parece marquetinero -“Me define mi actitud, la vida es hoy”- tuve posibilidades de comprobarlo todo el tiempo que lo estuve frecuentando. Él lo cuenta, dice que tuvo su primer momento de mucha angustia, un primer momento de mucha bronca. Pero después -es un tipo de mucha fe- dice: “lo acepté y a partir de ahí empecé a ver qué sentido tenía esta cruz que Dios me ponía en la espalda, y Dios me pone una cruz más pesada de la que se puede llevar, pero tengo que encontrar el sentido”. Y la verdad es que en todo este tiempo que lleva transcurrido -comunicó públicamente en abril de 2021 su enfermedad- va teniendo logros muy impresionantes, dos fundaciones, una en Estados Unidos y otra en Argentina. Fundaciones para recaudar fondos para incentivar la investigación, para abrir un centro integral de ELA.

-¿Qué es la Esclerosis Lateral Amiotrófica?

-La ELA es una enfermedad infrecuente y como tal no le interesa mucho a los laboratorios, menos a los políticos. Entonces está un poco a la buena de Dios, nadie sabe bien de qué se trata, una enfermedad neurodegenerativa que va desenganchando los músculos, los movimientos voluntarios. Te encontrás todo tipo de pacientes, algunos que tienen algunas trabas para caminar, algunos que mantienen el habla. Según qué tipo de ELA te afecte te limita de manera diferente. En el caso de Esteban Bullrich le atacó la más fuerte, en pocos meses perdió todas sus capacidades motrices y el habla.

-¿Hoy cómo está?

-Está en una suerte de meseta. En agosto de 2022, cuando entregué el libro, podría decirse que estaba casi en el peor momento porque tuvo una larga internación, veintidós días casi inconsciente, sedado. Había entrado con un neumonía. Hasta ese entonces no tenía traqueotomía y se la hicieron ahí en el hospital Austral de Pilar en la zona norte del Gran Buenos Aires. La verdad es que a partir de ese momento empezó a recuperar su estado anterior, que ya era sin habla, sin moverse, pero a tener mayor vitalidad y la verdad es que eso se ve cuando vos revisás sus redes sociales, está muy presente, muy participativo en lo que son los temas políticos y también en los temas de disfrute. Fue a ver a Coldplay en River, cuando ganamos la Copa del Mundo se puso la remera de Argentina y fue al Obelisco, fue al campo de polo. Está siempre muy pendiente y muy activo. También siendo vocero de ELA. No renunciando a ser un animal político. Renunció a la banca del Senado pero sigue siempre muy de cerca todos los temas, lee los diarios, manda Whatsapp, emails. Todo con las pupilas, no hay otra cosa.

-Hay una forma de narrar al inicio del libro donde usás oraciones cortas, mucho espacio en blanco, y más adelante te referís al poder de síntesis que logró Bullrich en su comunicación y al poder del silencio. Cuando uno lee eso da la sensación de que estamos con él. ¿Cuánto de decisión y cuánto de inconsciente hay en esta elección?

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-Puede ser una mezcla de ambas cosas, tomé la decisión de investigar y de recolectar la información y muy rápidamente me puse a escribir. Muchas veces uno junta todo y después ve qué hace con eso. Así como tuve mucha indecisión para hacerlo, una vez que dije que sí se me empezaron a aparecer los capítulos muy claramente, que son bien distintos cada cual. Y entonces lo que hice fue un poco trabajar con capítulos que iba enriqueciendo. Yo tenía una idea de estructura de cada capítulo y no me importaba que falten cosas, las iba a ir completando. De hecho a medida que lo iba visitando en algún punto se armó también una suerte de diario de su 2022. Y es verdad lo que decís, yo empecé a aprender distintas comunicaciones con él. Comunicaciones no verbales, claramente, y desde lo gestual, que él conserva un poco, como el tema de cosas que le gustan, la semisonrisa o no, algún tipo de de sonido gutural que tiene. Por el otro lado, el tema del silencio, que en una sociedad como ésta el silencio es muy conflictivo, es como que hay que llenarlo. Acostumbrarse de pronto a esperar muchas veces cuando él está escribiendo una respuesta, esperar en silencio. O a veces seguís hablando si estás en una rueda con dos o tres personas más y seguís con otros temas y de golpe viene la respuesta de él y entonces hay que volver al tema uno. A veces contesta el Whatsapp, a veces no. La verdad es que me enseñó, me dio mucha templanza porque te das cuenta de que no le podés reclamar nada, por la situación en que está, hace muchísimo más. Entonces yo puedo entender que a veces esté cansado o esté contestando a otro. Me trabajó mucho el tema de la tolerancia, de charlarle casi en monólogo.

-Hay una perla que es un texto escrito por él.

-Para mí la frutilla del libro. Le pedí que escribiera algo, le propuse un ejercicio. Una cápsula del tiempo. Le dije: “olvidate de la grieta, olvídate del dólar, de todos los quilombos que tenemos ahora, vas a estar muerto vos, yo, todos los que estamos. Van a estar naciendo recién ahora los que van a ser viejitos en esa época, pero vos hablale a los jóvenes de dentro de cien años”. Le gustó ese ejercicio y la verdad que fue muy bueno.

-El libro habla de política y de la ELA. Creo que él, al condensar las dos cosas, permitió tu libro, es decir, no habría libro si no fuera Esteban Bullrich. ¿Me equivoco?

-No, fíjate vos que recién empiezo a hablar de él como biografía en el capítulo cuarto. Antes te enterás de lo que le está pasando al ex senador pero la historia está casi compactada en ese capítulo. Después él atraviesa todo el libro, de dónde viene, qué hizo, cuáles son sus mezclas de sangre, vasca, española, alemana, esa combinación de apellidos. Quizás no estaba para un libro todavía, quién sabe cuál hubiese sido su recorrido o cuál iba a ser su recorrido. Una persona que fue diputado, senador, ministro de la Nación, de la ciudad, que le ganó a Cristina Kirchner en el 2017, teniendo 53 años, para adelante tenía mucho. Es verdad, yo no me hubiera metido en un libro científico pero dadas la circunstancias de esa combinación… Hablé con muchos expertos sobre el tema, algunos que lo están tratando, o lo trataban a él, para tratar de simplificar, de entenderlo yo.

-Es uno de los pocos políticos que superó la grieta…

-Incluso de antes.

-¿En qué puntos se apoya tanto en lo personal como en lo político para superarla?

-Yo creo que la grieta caló muy hondo en Argentina, en toda la clase dirigente. Creo que que el kirchnerismo la fogoneó mucho porque le es funcional. Lamentablemente también entró buena parte del periodismo de los dos lados y yo creo que el contexto de redes sociales, que esto ya no es un tema nacional, sino mundial, acentúa más ese sesgo de la noticia deseada, ya no procuramos entender qué pasa, cuál es la verdad, más allá de que nos pueda incomodar, sino que solamente queremos saber lo que nos gusta de nuestros candidatos y saber todo lo que no nos gusta del que nos cae mal y punto. Eso creo que está haciendo mucho daño. Me parece que no jugó a ser más áspero, más controvertido. Con costos para él, porque los productores en la televisión buscan el político que rinda rating, tanto sea oficialista o no, que haga quilombo. No es que no lo invitaban a los programas, pero no tanto, quizá por esa cosa más seria, un poco lo que él dice con razón es: “hay que dejarse de pelear y hay que gestionar”. Es un país que si uno tuviera que decir una sola razón por la que funciona tan mal es porque los políticos no gestionan el Estado. Después cuando decís dólar, presión tributaria, pobreza de 50% y todo eso serían efectos, consecuencias del mismo punto de partida: quién gestiona, cómo gestiona. Cómo puede ser que un país que en los 70 tenía 4% de pobreza ahora tenga 50%, un país con tantos recursos, aunque es cierto que no son recursos homogéneos, no es todo el país rico, hay muchas partes del país que no están desarrolladas y tenemos una clase dirigente que no hace mucho para desarrollar, que no incentiva, no promueve el emprendedurismo, que está mal visto tener méritos. No digo meritocracia obviamente teniendo en cuenta que no todos partimos del mismo lugar. O sea, algunos hemos tenido la suerte de nacer en casas donde no la pasábamos tan mal y nos dieron educación y otros no. Bueno, eso está claro, pero me parece que vino una cultura del Estado paternalista que te va a pagar todo, pero te va a pagar poco. O sea, te va a pagar lo indispensable nada más que para que puedas sacar un poco la nariz de una sensación de ahogo constante. Me parece que él siempre estuvo un poco más en eso y ahora mucho más, ahora que lo ve de afuera me parece que es muy agudo. Primero porque le cuesta escribir entonces ya no tiene guitarreo, el poner un contexto, sino que va al punto y eso lo hace con el oficialismo y también con sus compañeros de Juntos por el Cambio, entonces ocupa un lugar original y eso es algo interesante que buena parte de la sociedad lo detecta. En una sociedad tan agrietada, tan ruidosa, tan chicanera, tan de difamarse, de mucho ruido, el tipo desde el silencio te pone un tuit y viraliza. Es interesante lo que provoca.

-Bullrich dice “Convertí el por qué en para qué. ¿Vos encontraste algún “para qué” tuyo con esta experiencia?

-Si tuviera que sintetizar el mensaje que él da con su actitud, su forma de ser, y que me parece que es lo que uno puede tomar como valioso para tratar de hacerlo es que en “la vida es hoy” él lo que está diciendo es que tiene el tiempo contado, que tiene una cuenta regresiva. La verdad, eso lo hemos hablado, yo le he dicho que nadie sabe, ni aún teniendo vos una enfermedad terminal, si yo termino antes. Y aún cuando pudiera tener una larga vida también es tiempo contado. Yo creo que estamos en una sociedad muy obsesionada con el tema de cuánto vamos a durar y no nos fijamos en la calidad del transcurso, del día a día, y yo creo que ahí está la gran enseñanza de él. Porque aún en una adversidad tan cruel, tan desesperante, dice “voy a tratar de mejorar lo que pueda esta realidad”. No está bailando en una pata, por más que tiene fe, resiliencia, está laburando, es un tipo capturado entre un cuerpo que no se mueve nada y que le cuesta mucho comunicarse con la gente que tiene al lado, es muy desesperante, pero él hizo ese proceso de angustia, de bronca y dice “bueno, a partir de ahí con lo poco que me queda voy a ver qué hago”. Y tiene logros que sorprenden. El libro cuenta padecimientos, pero también cuenta sus logros que a mí me iban sorprendiendo y eso automáticamente le generó una mejora de su adversidad. Y te lo dice alguien que está en una adversidad muy complicada y lo logra y entonces ves que él puede tener rasgos de buen humor, que la familia puede seguir sin negar este drama que los atraviesa, hay una normalidad en esa casa, hay cinco chicos de 8 a 20 años que siguen con sus actividades, que obviamente están preocupados por el papá, pero que también pueden ir a ver a Coldplay con él y estar bailando y cantando al lado de él, ir al obelisco. Hace muchos esfuerzos para tratar de no hundirlos a los otros de su familia y él al mismo tiempo elevarse sobre esa adversidad. Ese es el mensaje principal que tiene que está bueno también para los que tenemos buena salud. Si uno puede poner un poco de mejor onda con lo que uno hace, te sentís un poco mejor y podés hacer sentir un poco mejor al entorno, si esto fuera así a nivel universal cambiaría el mundo, obviamente se dice fácil pero la condición humana más bien va para el otro lado. Después ves sus escritos y dice muchas cosas aunque no puede hablar. Entonces todas esas paradojas me parecieron muy movilizantes y transformadoras. El libro va más por ese lado, mucha gente puede ver la tapa y decir qué horror, qué angustia y lo que te demuestra el tipo desde ese lugar tan opresivo es cómo puede abrir una ventanita y oxigenarse.

-¿Qué emoción íntima prepondera en esa familia?

-Se les intensificó algo que ya tenían que era el tema amoroso, y todo esto los lleva a estar más unidos, más conscientes de que el tiempo es finito. Más allá de las religiones y las creencias, la vocación del ser humano es ser eternos y vivimos un poco con esa sensación, porque es muy opresivo pensar que te vas a morir. Creo que cuando estás en situaciones límites como ésta te viene un poco la sensación de decir “aprovechemos bien, está acá”. Eso también está bueno, no para oprimirse, sino para decir “qué bueno que estamos vivos”. Siempre cuento la historieta que Snoopy dice que un día nos vamos a morir y el otro le dice “sí, pero todos los demás no”.Qué haces con los demás días que son tu vida. Él está llevando la enfermedad de una manera muy digna y muy luminosa.

-¿No te vamos a ver en el programa de entrevistas este año?

-Tomé una decisión, nadie me dijo que terminaba, al contrario, querían que estuviera en la programación 2023. Pero después de un poco más de cinco años y muy contento con los resultados me pareció que había que parar porque no estaban dadas las condiciones. Restaron recursos de producción, cambios de horario y la pantalla poniéndose más áspera ahora que empieza un año electoral y entran nuevas figuras más ásperas todavía. En los ’70 había mucha gente decía “la vida por Perón” y ahora yo creo que es la vida por un segundo de cámara. Tengo que demostrarme a mí mismo, que por muchos años hice crítica de televisión y libros de televisión, que se puede vivir sin la tele. Ganas menos, pero dormís mejor, sobre todo en un año tan complicado, tan áspero. Por ahí voy a otros dispositivos o no se hace el programa, tampoco es imprescindible, o buscaré nuevos formatos. También es una manera de no achancharme. Yo creo que va a ser un año donde la grieta se va a expresar más que nunca porque se juega todo y me parece que la tele, el sistema mediático, está muy envuelto con el político y no puede zafar de esa grieta. Yo trataba de hacer un programa un poco menos agrietado, más de conversación, en algún punto me pareció también que era un poco cínico hacer un programa de conversación y estar en un contexto muy áspero. Así que prefiero escribir en el diario donde sí me siento comodísimo como siempre y en un tono más sobrio como el que tengo yo.

Fuente: www.lacapitalmdp.com/

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