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Ácidos grasos omega-3 vinculados a una progresión más lenta de la ELA

Encuentran que niveles más altos en sangre de un ácido graso omega-3 –el ácido alfa-linolénico (ALA)– retrasa la progresión de la enfermedad y aumenta la supervivencia en pacientes con esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

Los ácidos grasos omega-3 tienen efectos beneficiosos para la salud y propiedades neuroprotectoras y antiinflamatorias, por lo que algunos estudios epidemiológicos han asociado su consumo –especialmente el del ácido alfa-linolénico (ALA)– con un menor riesgo de desarrollar esclerosis lateral amiotrófica (ELA), sin embargo, se dispone de pocos datos sobre cómo influyen en la progresión de esta grave enfermedad.

Una nueva investigación liderada por la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard ha revelado ahora que la ingesta de este tipo de grasas, y en particular del ácido alfa-linolénico (ALA) que contienen alimentos como las semillas de lino, las nueces y los aceites de chía, canola y soja, puede contribuir a retrasar la progresión de la enfermedad en los pacientes con ELA. Los resultados se han publicado en Neurology.

La esclerosis lateral amiotrófica es una enfermedad neurodegenerativa incurable que afecta a las neuronas responsables del control de los músculos voluntarios y que actualmente padecen entre 4.000 y 4.500 personas en España, según la Sociedad Española de Neurología (SEN). Los tratamientos disponibles ayudan a aliviar sus síntomas y a retrasar levemente su avance, pero la esperanza de vida de la mayoría de los afectados se sitúa entre los tres y los cinco años tras el diagnóstico.

Los participantes con los niveles más altos de ALA tenían un 50% menos riesgo de muerte durante el período de estudio que los participantes con los niveles más bajos de ALA

“Hallazgos previos de nuestro grupo de investigación han demostrado que una dieta alta en ALA y niveles elevados de este ácido graso en la sangre pueden disminuir el riesgo de desarrollar ELA. En este estudio, encontramos que entre las personas que viven con ELA, los niveles más altos de ALA en la sangre también se asociaron con una progresión más lenta de la enfermedad y un menor riesgo de muerte dentro del período de estudio”, ha declarado el autor principal Kjetil Bjornevik, profesor asistente de epidemiología y nutrición. “Estos hallazgos, junto con nuestra investigación anterior, sugieren que este ácido graso puede tener efectos neuroprotectores que podrían beneficiar a las personas con ELA”.

Un deterioro más lento y menor riesgo de muerte en pacientes con ELA

Los investigadores estudiaron a 449 pacientes con ELA que participaron en un ensayo clínico. En dicho estudio se evaluaron la gravedad de sus síntomas y la progresión de su enfermedad y se les atribuyó una puntuación de cero a 40, donde las puntuaciones más altas indican síntomas menos graves de la enfermedad. Los investigadores midieron los niveles de ácidos grasos omega-3 en la sangre de estas personas y las colocaron en cuatro grupos, de mayor a menor nivel de ácidos grasos omega-3. Posteriormente hicieron un seguimiento 18 meses para rastrear la funcionalidad física y la supervivencia de los grupos según el ensayo clínico.

Descubrieron que ALA proporcionaba la mayor cantidad de beneficios de todos los ácidos grasos omega-3, ya que estaba más fuertemente relacionado con un deterioro más lento y un menor riesgo de muerte. De los 126 participantes que murieron dentro de los 18 meses posteriores al comienzo del estudio, el 33% pertenecía al grupo con los niveles más bajos de ALA, mientras que el 19% pertenecía al grupo con los niveles más altos de ALA.

Tras ajustar factores que podrían influir en los resultados, como la edad, el sexo, el origen étnico, el IMC (índice de masa corporal), la duración de los síntomas y los antecedentes familiares de ELA, los investigadores calcularon que los participantes con los niveles más altos de ALA tenían un 50% menos riesgo de muerte durante el período de estudio que los participantes con los niveles más bajos de ALA.

Otros dos ácidos grasos también se asociaron con reducciones en el riesgo de muerte durante el período de estudio: el ácido eicosapentaenoico –otro ácido graso omega-3 que se encuentra en los pescados grasos y el aceite de pescado–, y el ácido linoleico, un ácido graso omega-6 que se encuentra en los aceites vegetales, nueces y semillas.

“El vínculo que encontró nuestro estudio entre la dieta y la ELA es intrigante”, ha señalado el autor principal Alberto Ascherio, profesor de epidemiología y nutrición. “Ahora nos estamos comunicando con investigadores clínicos para promover un ensayo aleatorio para determinar si el ALA es beneficioso en personas con ELA. Obtener financiamiento será un desafío, porque ALA no es un medicamento patentable, pero esperamos lograrlo”, concluye.

Fuente: www.webconsultas.com/noticias

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