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Dos estudiantes universitarios soñaban con encontrar un tratamiento para la ELA: los resultados ya están aquí

Fue ideado por Joshua Cohen y Justin Klee y parece ser prometedor para combatir la esclerosis lateral amiotrófica.

Hace siete años, Joshua Cohen, que en ese entonces era estudiante de la licenciatura en Ingeniería Biomédica de la Universidad Brown, se preguntaba por qué la gente desarrollaba enfermedades cerebrales. “¿Cómo muere una neurona?”, indagaba.

Después de analizar los estudios científicos, planteó sus ideas sobre un posible tratamiento. “Estaba sentado en mi habitación de la residencia universitaria y había diseñado la investigación con base en diagramas de aspecto demencial”, recordó.

Un estudio publicado en la revista New England Journal of Medicine reportaba que el tratamiento experimental que él y otro estudiante de Brown, Justin Klee, habían ideado podría ser prometedor para retardar el avance de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), la cual impide que las personas puedan moverse, hablar, comer y respirar.

Dos estudiantes universitarios soñaban con encontrar un tratamiento para la ELA: los resultados ya están aquí

Ninguno de los más de 50 ensayos clínicos realizados a lo largo de 25 años ha podido encontrar tratamientos eficaces para la ELA, también conocida como la enfermedad de Lou Gehrig, la cual casi siempre provoca la muerte en un periodo de dos a cinco años. Pero ahora, los avances científicos y una oleada de financiamiento están promoviendo pruebas clínicas para encontrar muchos posibles tratamientos.

En este nuevo estudio se reportó que una combinación de dos medicamentos retardaba cerca de seis semanas el avance de la parálisis provocada por la ELA en un periodo aproximado de seis meses, más o menos un 25 por ciento más que el placebo. En promedio, los pacientes a los que se les administró un placebo se deterioraron en dieciocho semanas al nivel en que quienes recibieron el tratamiento no alcanzaron sino hasta las 24 semanas, señaló la directora de la investigación, Sabrina Paganoni, especialista en medicina neuromuscular en el Healey & AMG Center for ALS del Hospital General de Massachusetts.

“Es una enfermedad horrible y, como podrán imaginarse, para las personas que la padecen o para sus familiares no hay esperanza de que algo vaya a funcionar”, señaló Walter Koroshetz, director del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, quien no participó en este nuevo estudio. “Cualquier retraso en el avance de la enfermedad para un paciente con ELA puede ser muy valioso aunque su efecto no sea considerable”.

Koroshetz y otros expertos se mostraron cautelosos y evitaron sobrevalorar los resultados al señalar que no había pruebas de que el medicamento mejorara la enfermedad del paciente ni de que detuviera el deterioro. El estudio evaluaba la seguridad y la eficacia en la fase dos de un ensayo con 137 participantes, que no era tan grande ni duraba tanto como muchos ensayos en fase tres que casi siempre se necesitan para recibir una aprobación normativa. Tanto los expertos como los autores afirmaron que era necesario realizar más pruebas.

Sin embargo, los médicos y los promotores señalaron que debido a la crueldad de la enfermedad y a la disponibilidad de solo dos medicamentos aprobados para la ELA, existe una gran urgencia por encontrar nuevos tratamientos. La Asociación ELA, una organización de apoyo, dijo que puesto que en el estudio se descubrió que el fármaco era seguro y que es posible que los pacientes mueran esperando otras pruebas, debería ponerse a la disposición de las personas con esta enfermedad a la mayor brevedad posible.

“Eso puede marcar una diferencia entre poder alimentarte por ti mismo o que tengan que alimentarte o necesitar una silla de ruedas o no, y también si se puede retrasar ese nivel de discapacidad, lo cual tiene una gran importancia para nuestra comunidad”, señaló Neil Thakur, director de la misión de la asociación, una iniciativa que ayuda a financiar el estudio.

La asociación exhortará a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por su sigla en inglés) para que otorgue su aprobación tan pronto como la empresa la solicite, y que luego exija rigurosos estudios de seguimiento. Este grupo también alentará a la compañía, Amylyx, una empresa emergente de Massachusetts fundada por los estudiantes, para que gestione el uso compasivo del medicamento mientras su evaluación está en proceso.

La ELA, el trastorno más común de la motoneurona que anualmente se diagnostica a unas 6000 personas de todo el mundo, ha recibido más atención por las personas fallecidas y las personas prominentes que han padecido la enfermedad como Stephen Hawking, el astrofísico que falleció en 2018; Steven Gleason, un exjugador profesional de futbol americano; y Ady Barkan, un activista de la atención médica que este año usó una voz generada por computadora en la Convención Nacional Demócrata porque ya no puede hablar.

Actualmente, hay una legislación en el Congreso que busca acelerar el acceso a la terapia para la ELA y un programa de investigación federal de 25 millones de dólares. El Ice Bucket Challenge (reto del balde de agua helada), una campaña de 2014 para recabar fondos en la que participaron celebridades y muchas personas que se vaciaban agua helada en la cabeza, generó cerca de 220 millones de dólares. Se están probando más de 20 tratamientos, que incluyen células madre, inmunoterapia y terapias genéticas para el diez por ciento de los casos que tienen su origen en mutaciones conocidas. Se espera que pronto estén listos los resultados de otros ensayos.

“Es un momento muy emocionante”, afirmó Robert Miller, director de investigación clínica en el Centro de Investigación para ELA Forbes Norris/MDA del Centro Médico Pacífico de California, quien participa en muchos ensayos, pero no en este nuevo estudio.

La mayoría de los participantes del estudio ya estaban tomando uno de los medicamentos aprobados para la ELA o ambos: el riluzol, que puede prolongar la supervivencia varios meses, y el edaravone, que puede retardar el avance en aproximadamente un 33 por ciento. Es posible que el nuevo fármaco, AMX0035, proporcione beneficios adicionales. Merit Cudkowicz, directora del Centro Healey y autora principal del estudio, señaló que se imaginaba que la combinación del nuevo medicamento se administraría junto con los fármacos existentes.

Este estudio es el primer ensayo clínico financiado con el dinero procedente del reto del balde de agua helada que publica sus resultados, señaló la Asociación ELA. Amylyx financió la mayor parte del estudio y aceptó usar un porcentaje de los ingresos derivados de las ventas del fármaco para retornar el 150 por ciento de la subvención de la asociación con el fin de financiar más investigaciones.

La idea de Cohen en 2013 era que una combinación de taurursodiol, un complemento, y fenilbutirato de sodio, un medicamento de uso pediátrico para trastornos del ciclo de la urea, podría proteger las neuronas al evitar el mal funcionamiento de dos estructuras celulares, la mitocondria y el retículo endoplasmático.

De inmediato incluyó a Klee, un estudiante avanzado de la licenciatura en Neurociencia que era miembro de la misma fraternidad y compañero de equipo en el club de tenis de la universidad. Al calor de unas copas de vino espumoso barato, “dijimos: ‘fundemos una empresa’”, comentó Klee. “No teníamos ni idea de lo que estábamos haciendo”.

Se enfrentaron al escepticismo de muchos expertos hasta que se reunieron con Rudolph Tanzi, un prominente experto en la enfermedad de Alzheimer que había pertenecido a la misma fraternidad.

Tanzi les dijo que hicieran pruebas para saber si la combinación de los medicamentos protegía las neuronas de las ratas de una sustancia química que las mataba y que era parecida a la lejía. Gracias a 8000 dólares de una beca universitaria, a sus padres (dos de los cuales son médicos) y con algunos ahorros más lograron contratar un laboratorio profesional donde descubrieron que su combinación salvaba el 90 por ciento de las neuronas, comentó Tanzi.

“Es imposible”, les dijo y los alentó a realizar más pruebas, con las que demostraron que se salvaba el 95 por ciento de las neuronas.

“Esto es algo importante, chicos”, les comentó. Luego se convirtió en miembro fundador de Amylyx y ahora lidera su consejo de asesoría científica.

En la mayoría de los indicadores secundarios, que incluyen la fuerza muscular, la capacidad respiratoria y si los pacientes estuvieron hospitalizados, el AMX0035 funcionó mejor que el placebo, pese a que no fue significativo en términos estadísticos. Otro indicador, un biomarcador de degeneración neuronal, no pareció verse afectado de manera significativa. Algunos pacientes murieron en ambos grupos, pero los expertos mencionaron que para reconocer el efecto sobre la mortalidad se debe realizar una evaluación durante un periodo más largo.

“Esto es muy alentador”, afirmó Neil Shneider, director del Centro de ELA Eleanor y Lou Gehrig en la Universidad de Columbia, quien no participó en el estudio. “La pregunta es si el efecto sobre las funciones perduraba más tiempo que el periodo de prueba de seis meses y si tiene algún efecto en la supervivencia”.

Los expertos señalaron que, si el medicamento está disponible pronto, tal vez esto dificulte el reclutamiento de pacientes para las pruebas subsecuentes. Además, es posible que las aseguradoras no cubran los fármacos aprobados con base en resultados de la fase dos, comentó Koroshetz. Algunos pacientes han tenido problemas para que el seguro les pague el edaravone, cuyo costo es de cerca de 148.000 dólares al año y que fue aprobado después de un ensayo de fase tres de la misma magnitud y duración que el Centaur. Los directivos de Amylyx no quisieron proporcionar un precio estimado del tratamiento.

Dos participantes en el ensayo dijeron en entrevistas que creían que el AMX0035 tenía beneficios. Debido a la trayectoria impredecible de la enfermedad, señalaron que era difícil describir los efectos concretos. Ninguno sabe si recibió el medicamento o el placebo durante el ensayo pero, desde entonces, ambos han recibido el tratamiento.

Mike Teal, de 52 años, de Tallahassee, Florida, empezó a tener síntomas en 2016 y ha tomado el fármaco desde la primavera de 2018, cuando terminó su ensayo. Poco tiempo después, también comenzó a recibir edaravone.

En la actualidad, su habla es limitada, requiere una sonda para alimentarse, casi siempre se transporta en una silla de ruedas y necesita usar un respirador en intervalos de pocas horas. El año pasado tuvo que dejar de trabajar en la tienda de regalos y accesorios de la que es propietario junto con su esposa, Lauren.

Comentó que no ha tenido efectos secundarios negativos y cree que quizás el medicamento le ha atenuado los calambres del cuello, el abdomen y las piernas.

“Tengo confianza en que haya retardado el avance de la enfermedad”, escribió en un correo electrónico. “Pero es difícil medirlo”.

Jeff Derby, de 61 años, gerente pensionado de una empresa de productos forestales en Cloverdale, Columbia Británica, comentó que cuando lo diagnosticaron en julio de 2018, los médicos calificaron la enfermedad como un padecimiento cuyo avance era relativamente lento. Cree que su deterioro ha sido más espaciado en los dieciocho meses que ha estado tomando el medicamento desde que terminó el ensayo. Derby, quien también ha tomado los dos fármacos aprobados, comentó que la debilidad de su mano izquierda no está empeorando tan rápido.

“Creo que el AMX0035 formará parte de un tratamiento combinado como los que hay para otras enfermedades en las que los pacientes reciben tres, cuatro o cinco cosas diferentes, y en conjunto, ayudarán a retardar el avance hasta el punto en que se pueda tener una vida más o menos normal”, señaló.

Fuente: infobae.com

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