Los beneficios que se obtengan por la obra irán destinados a la asociación ELACYL.
El Aula Magna de la Facultad de Psicología acogió un emotivo acto con motivo de la presentación del libro «Cartas a un desconocido. Reflexiones para momentos difíciles», escritas por la psicóloga Luz Celia Fernández.
El acto, presidido por el decano de la facultad, Juan José García Meilán y presentado por Cristina Montero (Especialista en Psicología Clínica), reunió a antiguos alumnos, profesionales de la salud mental, familiares y amigos de la autora, que vive actualmente con ELA. La obra, cuyos beneficios irán destinados a la Asociación de Esclerosis Lateral Amiotrófica de Castilla y León (ELACYL), recoge las cartas que la autora escribió de forma anónima a pacientes hospitalizados durante la pandemia.
Ella, afectada de ELA, Celia dirigió unas breves palabras pero sentidas, al numeroso público que acudió a la presentación: «Todos y cada uno de vosotros constituís la urdimbre afectiva que me sostiene y hace que vivir así sea menos difícil», afirmó emocionada.
El proyecto nació gracias a tres antiguas alumnas, entre ellas Cristina Montero, quien relató cómo descubrieron las cartas y decidieron convertirlas en un libro como homenaje a su mentora: ««Este acto es un homenaje. Celia ha ejercido una labor clínica y docente enorme. Descubrimos que durante la pandemia escribió 25 cartas anónimas a personas hospitalizadas por COVID-19. Cuando las leímos, vimos que eran ella en esencia: terapéuticas, humanas y llenas de luz», señaló. Montero agradeció además la implicación de sus compañeras y de todas aquellas personas que han apoyado la edición tanto moral como económicamente. «Los lectores serán quienes mantengan vivo el legado de Celia», finalizó emocionada.
La presentación contó también con el testimonio de Alicia, otra alumna de Celia, quien destacó la huella imborrable que la autora ha dejado en generaciones de psicólogos. Alicia leyó una carta escrita por su madre, Rosa, tras conocer el manuscrito del libro: «He recibido humanidad, amor, fuerza y luz en un momento difícil de mi vida», expresaba la misiva, dirigida a la propia Celia.
Uno de los aspectos más llamativos del origen de la obra es que Celia escribió estas reflexiones sin conocer aún su diagnóstico de ELA. La paradoja, explicó Cristina Montero, es profundamente conmovedora: «Lo más bonito es que lo que escribió para acompañar a otros enfermos es exactamente la manera en que ella ha llevado su propia enfermedad: con dignidad y aceptación».