Thomas con 33 años de edad, brasileño, se define como ciudadano del mundo. Nos comparte que México lo recibió con los brazos abiertos: “Me trataron como familia, sin conocerme”, recuerda. Esa sensación de pertenencia marcó el inicio de un camino lleno de cambios, retos y aprendizajes.
Antes de la pandemia, Thomas era una persona sociable y muy activa. El aislamiento lo afectó profundamente, hasta llevarlo a una depresión. A ello se sumó el final de un matrimonio que lo dejó sin los planes ni los sueños que había construido.
De vuelta en Ciudad de México, comprendió que debía comenzar de cero: “Cuando todo se derrumba, toca volver al papel en blanco. Aprender qué sirve y qué no, y reconstruirse desde ahí”. El deporte se convirtió en su refugio: nadaba, iba al gimnasio y se preparaba para un triatlón.
En agosto de 2023, un aneurisma cerebral puso a su madre en una situación delicada. Thomas viajó a Brasil para cuidarla. Poco después, empezó a notar falta de fuerza en los dedos. Pensó que sería algo pasajero, hasta que en febrero de 2024 recibió el diagnóstico: esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
“El médico me dijo que tenía cinco años de vida. Lloré muchísimo. Pensaba en mis proyectos, en todo lo que quería hacer… y de repente todo parecía venirse abajo”.
Ese mismo mes tenía planeada una gran fiesta de cumpleaños. Dudó si cancelarla, pero comprendió que había dos caminos: vivir la celebración como una despedida o como un acto de vida. Eligió la segunda opción.
“El futuro no lo tenemos comprado. Lo único que tenemos es el momento presente. No había otra respuesta posible que disfrutarlo”.
Para Thomas, la clave está en la forma en que se interpreta la vida. “El cuerpo físico puede fallar, pero si la mente está fuerte, nada te hunde. Con la ELA, si caes en depresión, todo se derrumba. Por eso digo que es la enfermedad de la resiliencia”.
Se ha adaptado con ingenio a las limitaciones físicas, inventando soluciones prácticas para el día a día, como herramientas para vestirse. Pero lo esencial ha sido aprender a dominar su mente, a reinventarse y a no detenerse. “Un amigo me dijo algo que nunca olvidaré: la enfermedad no eres tú. Tú eres una cosa y la enfermedad es otra. No tiene por qué detener tu vida”.
Thomas no oculta que hay frustración y dolor. Ha caído más de 130 veces, y cada caída le recuerda que la enfermedad avanza. Pero también asegura que cada vez ha encontrado la forma de levantarse.
“La vida no se detiene por la enfermedad. Todo depende de uno: transformar la experiencia, encontrar paz y equilibrio dentro de sí mismo. Esa es la verdadera fortaleza”.
Actualmente, Thomas escribe un libro donde mezcla su historia personal con su experiencia como terapeuta. Su objetivo es compartir lo que ha aprendido: que no hace falta vivir con estrés para darle sentido a la vida, que lo importante no está en lo material ni en las pérdidas, sino en la capacidad de reconocer lo maravilloso de estar vivos.
“La mente afecta directamente al cuerpo. La paz, el equilibrio, la resiliencia… están dentro de nosotros. Podemos transformar cualquier cosa en la vida”.
Thomas lo dice con una serenidad que conmueve. Su historia es la prueba de que incluso frente a una enfermedad dura y sin cura, la vida puede ser un acto consciente de gratitud y de presencia.
Thomas en próximo viernes 10 de Octubre nos compartirá parte de su filosofía de vida, vía zoom estén atentos a la invitación.
Fuente: Eva Miralles
Voluntaria de Apoyo Integral Gila
Comunidad ELA